LA GRAN NUBE.
fotografía / 2014
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Hay un instante en el que las nubes nos dedican un momento corto, un momento vaporoso donde aparecen y se delatan animales, personas, objetos, historias diversas, relatos e infinidad de figuras efímeras. Hay nubes que muestran esa imagen fugitiva. Hay nubes que no. Esta nube, a la que llamo La gran nube, pasó un día por encima de mi casa y dejó abierta mi curiosidad, ¿qué fue lo que mostró? Solo tomé una fotografía.
Después, unos minutos más tarde, esta nube cubrió el cielo entero y comenzó a llover. Una temporada muy complicada de lluvias para Colombia. Esta nube, además de producir innumerables figuras voladoras, dejó inundaciones que aun cubren gran parte de nuestro territorio. El paisaje ha cambiado. Ahora las nubes gigantes entran sin permiso en las casas y llenan los espacios con imágenes e instantes que esperemos sean fugitivos y pasajeros. Arriba aparecen animales, personas, objetos, historias diversas, relatos e infinidad de figuras efímeras. Abajo permanece una única imagen, la inundación.
Me dejé llevar por la fuerza de la imagen. También pensé en Katsushika Hokusai, La gran ola. Pensé que la furia del agua que azota a los pescadores con su cresta llena de puntas y espuma, se asemejan de alguna manera a la cresta de esta gran nube. Investigué más sobre Hokusai y encontré el ukiyo-e, o imágenes del mundo flotante, una idea fascinante, tanto por la búsqueda de animales, personas, objetos, historias diversas, relatos e infinidad de figuras efímeras; como por la relación que tiene esta idea con el mundo flotante que tenemos por país. En La gran ola de Hokusai, es evidente la fuerza amenazante del agua, forma de tsunami. En La gran nube, la fuerza aparece como lluvia.
La gran nube es un intento de representar este conjunto de imágenes (que son infinitas) con una sola fotografía. Una nube de metro noventa de ancho y un metro de alto. Decidí enmarcarla para sentir, por así decirlo, que se puede controlar, que se puede “limitar”. Pero no del todo porque dejé un lado de la imagen sin enmarcar, solo el lado donde la nube toca el borde. Ahí pueden pasar muchas cosas, por ejemplo, puede dar la sensación de que la imagen sigue más allá del muro, más allá del espacio, y al mismo tiempo mostrar ese misterio, esa gran nube que entra sin permiso dentro de las casas y llena los espacios con animales, personas, objetos, historias diversas, relatos e infinidad de figuras efímeras.